Dormir bien para envejecer mejor

Dormir bien para envejecer mejor

En este artículo de AdSalutem queremos tratar la relación que existe entre el sueño y el envejecimiento. El sueño es una parte fundamental de nuestra vida desde que nacemos; pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo y, desde un punto de vista biológico y al igual que los animales, somos especialmente vulnerables mientras dormimos. Entonces, ¿por qué lo hacemos?

El sueño es fundamental para todo aquello que pasa mientras que estamos despiertos

El sueño cumple multitud de funciones fundamentales tanto cognitivas como físicas. Mientras dormimos, el cerebro no descansa, cada noche inicia un proceso planificado y de largo recorrido caracterizado por distintas situaciones.

Cada etapa presente en la arquitectura del sueño se cumple como un reloj perfectamente calibrado.

La ciencia nos dice que las etapas sin movimiento ocular rápido (sueño NREM) desempeñan la función de reparar y limpiar los tejidos de nuestro cuerpo, mientras que las etapas con movimiento ocular rápido (sueño REM) son vitales para la consolidación de la memoria, el aprendizaje y equilibrar el estado de ánimo, aunque actualmente no entendemos cuáles son los mecanismos exactos por los que ocurre.

El sueño, además, modifica el estado metabólico, ya que apoya el equi­librio entre la insulina y la glucosa en sangre, además de ser esencial para el desarrollo de nuestro sistema inmunitario y nuestra salud cardiovascular. En conclusión, el sueño es fundamental para todo aquello que pasa mientras que estamos despiertos.

Esperanza de vida y sueño

Globalmente, las vidas de las personas se han vuelto más largas, pero desafortunadamente no más sanas

En España tenemos una población cada vez más envejecida, lo cual conlleva un aumento de las patologías típicas de los más adultos, entre las cuales destaca el insomnio.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje de la población mayor de 65 años ha aumentado del 8,5% en 1998 al 19,5% en 2020, y se espera que continúe creciendo en las próximas décadas. A medida que las personas envejecen, la calidad del sueño se vuelve cada vez más importante para su salud general. Por ello, el sueño no se puede desvincular de un envejecimiento saludable que dote al cuerpo de las herramientas necesarias para una calidad de vida óptima.

Esperanza de vida en España
  1. Asunción basada en extrapolaciones de salud “buena” / ”ok”, de datos de 2019.
  2. Asunción basada en extrapolaciones de proporciones a través de diferentes geografías. Fuente: OMS y datos de expectativa de vida y salud de World Bank; Sistema de salud en el ámbito del país y datos de encuestas, McKinsey Global Institute Prioritizing heath report; Análisis del Instituto de Salud McKinsey.

En los últimos 60 años, la esperanza de vida mundial ha aumentado de media 19 años, pero la proporción de vida que se pasa en condiciones de moderada o mala no ha cambiado. (McKinsey Health Institute, marzo de 2022).

El sueño insuficiente, en tiempo y calidad, puede contribuir a exacerbar muchos de esos problemas, perjudicando notoriamente la calidad de vida a medida que añadimos años a la vida. Por ello, un descanso adecuado es esencial para el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores. De hecho, la calidad del sueño se ve influenciada por una relación recíproca dentro de los cuatro pilares del bienestar, los cuales toman un papel trascendental a medida que envejecemos: la nutrición, la salud mental, el ejercicio físico y el descanso. Cuando se duerme bien, sentimos más energía y mejor humor; se reducen los niveles de estrés y ansiedad, y mejoramos nuestra capacidad de socialización. Además, un buen descanso ayuda a reducir la inflamación, fortalece el sistema inmunológico y mejora la salud cardiovascular.

Insomnio en adultos mayores

Insomnio en adultos mayores

Una de las preocupaciones principales y más habituales en las consultas médicas es la falta de sueño o el insomnio, la cual afecta seriamente la salud de las personas mayores. Entre otros, el insomnio es un trastorno del sueño especialmente común entre los adultos mayores.

Según una encuesta realizada por la Sociedad Española del Sueño (SES), el 25% de los adultos mayores en España informan de problemas para conciliar el sueño o mantenerlo a lo largo de la noche. Además, destacan que la apnea del sueño, un trastorno del sueño en que la respiración se interrumpe o se hace muy superficial durante el sueño, afecta entre un 6% y 8% de la población. En referencia al insomnio, la SES advierte que el 25% de los adultos mayores en España informan de problemas para conciliar el sueño o mantenerlo a lo largo de la noche. No solo representa un problema de salud en sí mismo, sino también porque se relaciona estrictamente con el aumento del riesgo de caídas y fracturas, el empeoramiento de la función cognitiva y el aumento del riesgo de depresión.

A pesar de que parece una cifra poco preocupante, la realidad es que un factor de riesgo determinante en la prevalencia de los trastornos del sueño es ser mayor de 65 años. Junto a una mala higiene del sueño, como no tener un horario regular para acostarse y despertarse, el uso del televisor antes de dormir o la ingesta de cafeína o alcohol, se pueden desencadenar problemas para conciliar el sueño y mantenerlo a lo largo de la noche.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que en las personas de mayor edad es común experimentar cambios en la calidad y duración del sueño. Muchos de estos cambios ocurren debido a alteraciones del reloj biológico interno de que disponemos para saber cuándo corresponde dormir o estar en vigilia. Este reloj está situado en una parte del cerebro denominada hipotálamo, la cual está formada por unas 20.000 células especializadas, conformando el núcleo supraquiasmático, que controla los ciclos diarios de 24 horas, conocido como ritmo circadiano. Este ritmo tendrá una influencia trascendental sobre el apetito, liberación de hormonas o cuando un individuo necesita dormir o estar en alerta.

A medida que envejecemos, las necesidades de sueño varían en función del deterioro de ese núcleo, lo cual puede conllevar una disrupción del ritmo circadiano que inevitablemente tendrá serias consecuencias en la liberación de hormonas, como el cortisol o la melatonina (el principal regulador de nuestro reloj biológico). Tampoco ayuda que España sea líder mundial en el consumo de benzodiazepinas —una de las principales líneas de tratamiento del insomnio en nuestro sistema de salud—, ya que conlleva una implicación sobre diferentes aspectos del sueño. Entre estos aspectos, destacan los hábitos de sueño, la homeostasis del sueño —es decir, la necesidad de sueño que vamos generando a lo largo del día hasta acostarnos— y, en especial, sobre la arquitectura típica del sueño, puesto que reducen el sueño más profundo, lo cual deriva en un sueño menos reparador, así como el sueño REM, afectando negativamente a nuestra capacidad cognitiva en vigilia.

Aunque el envejecimiento es un proceso natural, aplicable a todos por igual, es fuente de interés para la ciencia moderna y la salud pública impulsar un esfuerzo en investigación biomédica sin precedentes, precisamente con el propósito de mejorar nuestra comprensión de cómo nuestro cerebro, particularmente mientras dormimos, gestiona ese proceso de deterioro progresivo de sus propios recursos, como en el caso del reloj biológico. Nos adentramos en el mundo del funcionamiento cerebral, su plasticidad, su capacidad de mantenernos en óptimas condiciones para disfrutar de una vida más longeva y de mejor calidad, algo que nos debe permitir construir una sociedad más productiva y, por ende, sostenible a nivel asistencial.

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