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Las parasomnias son alteraciones de la conducta durante el sueño. Se producen por una disociación entre el sueño y la vigilia, y, por tanto, una alteración del nivel de conciencia. Abarcan un amplio abanico de manifestaciones: desde aquellas casi imperceptibles y pasadas por alto a un extremo en el que la persona o su compañero de cama puede lesionarse durante algún episodio. Según la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño (ICDS-3) se dividen según la fase de sueño en que ocurren: parasomnias del sueño no REM (trastornos del despertar), parasomnias asociadas al sueño REM y otras.
Las Parasomnias NREM o trastornos del despertar incluyen el sonambulismo, los terrores nocturnos y los despertares confusionales. Son comunes en los niños, aunque pueden persistir episodios en un porcentaje pequeño de adultos.
Consiste en levantarse de la cama y deambular, sin ser conscientes de ello. Durante el episodio pueden evitar obstáculos al caminar y realizar tareas complejas como abrir puertas cerradas con llave, sacar alimentos de la nevera y comer, bajar las escaleras, e incluso salir de casa. Suelen mantener los ojos abiertos y pueden emitir sonidos o incluso hablar. La persona no suele despertarse durante los episodios y raramente recuerda lo ocurrido a la mañana siguiente.
Terrores del sueño o terrores nocturnos
Ocurren en niños en edad escolar. Son episodios más intensos debido a que se caracterizan por un despertar brusco en el que el niño transmite sensación de miedo con agitación, sudoración y con gritos o llantos. Puede durar varios minutos y ser muy angustiantes para los padres. Termina de manera espontánea volviendo a dormir.
Despertar confusional
Ocurre cuando la persona se despierta bruscamente, con apariencia de desorientación y respuesta inapropiada. Por ejemplo, pueden mirar alrededor como si no supiesen dónde están o incluso tener conductas como si estuviesen interaccionando con algo que realmente no está. Como en el resto de los episodios, suelen estar autolimitados.
Estos episodios suelen ocurrir al principio de la noche ya que es en ese momento cuando se da en mayor proporción el sueño profundo (NREM). Es frecuente que un mismo paciente pueda tener episodios de diferente tipo. En general, este trastorno ocurre en personas con una predisposición genética para ello. Cuando coinciden situaciones favorecedoras como la privación de sueño, la fiebre o el estrés pueden darse con más frecuencia. Existen además factores que desencadenan los episodios, como un ruido externo, que les toquen o los propios ronquidos.
Cuando una persona tiene un episodio se recomienda reconducirle a la cama suavemente y evitar que se pueda hacer daño. Es importante identificar y tratar los factores que pueden hacer que se produzcan episodios con mayor frecuencia.
Incluyen la parálisis aislada recurrente del sueño, el trastorno por pesadillas, y el trastorno de conducta de sueño REM (TCSR).
Consiste en despertar permaneciendo inmóvil durante segundos o incluso minutos. Únicamente pueden moverse los ojos y a menudo se acompaña de sensación de presión torácica. Además, pueden darse alucinaciones táctiles o auditivas durante los episodios. Finalizan espontáneamente.
Transtornos por pesadillas
Es la presencia de sueños desagradables de forma repetida que genera angustia o malestar a quien lo padece. Puede ocurrir en niños o en adolescentes. En ocasiones se asocia a problemas psiquiátricos como la ansiedad o el trastorno por estrés posttraumático. La persona despierta alterada con el recuerdo del contenido del sueño. En algunos casos puede llegar a desarrollarse aversión al momento de irse a dormir.
El trastorno de conducta durante el sueño REM (TCSR)
Se caracteriza por conductas anormales durante el sueño REM asociado a la representación del contenido de los sueños, que acostumbra a ser violento. Las conductas más frecuentes son dar sobresaltos, patadas o puñetazos y pueden darse vocalizaciones como gritar o gemir. Las conductas suelen estar limitadas a la cama y los pacientes suelen tener los ojos cerrados. Ocurre en adultos a partir de los 50 años, hay una predominancia en hombres. Debe diferenciarse de otros problemas de sueño como la epilepsia nocturna, los movimientos periódicos de las piernas muy vigorosos, las conductas en los despertares al final de apneas del sueño o los trastornos del despertar antes mencionados.
Fisiopatogenia
Se desconoce el mecanismo por el cual se producen las pesadillas, aunque se han propuesto algunas hipótesis. Se han propuesto modelos en los que intervienen tanto factores predisponentes (factores genéticos, rasgos de la personalidad) como factores precipitantes (estrés, traumas, drogas o fármacos), además de factores de mantenimiento (evitación cognitiva) (89).
Evolución y posibles complicaciones asociadas/relacionadas
Se trata, por lo general, de unos procesos benignos y autolimitados que mejoran a medida que el niño se hace mayor. Si hay evidencia de un trastorno primario de sueño (síndrome de apnea-hipopnea del sueño, movimientos periódicos de extremidades) u otros trastornos comórbidos (TDAH), lo indicado es el tratamiento de éstos, para corregir la parasomnia (90). La excepción a la regla respecto a la benignidad de las parasomnias, la cumple el trastorno de conducta de sueño REM (TCSR). El TCSR no debe considerarse como un simple trastorno del sueño, sino como una manifestación de una enfermedad neurológica (92).
El diagnóstico de certeza es importante y se realiza mediante un video-polisomnograma para documentar la actividad muscular anormal durante el sueño REM y las conductas durante el sueño en esta fase. Es fundamental un correcto diagnóstico para poder tratar correctamente la parasomnia y evitar así lesiones al propio paciente y a su pareja. Además, el TCSR aislado puede ser uno de los primeros síntomas de una enfermedad neurodegenerativa como la enfermedad de Parkinson.
En el tratamiento de las Parasomnias, se han utilizado con resultados satisfactorios varias intervenciones psicológicas basadas en técnicas conductuales (desensibilización sistemática, técnicas de exposición), técnicas cognitivas (técnicas de modificación del contenido del sueño, técnicas de afrontamiento de la pesadilla mientras ocurre) y técnicas de desactivación (relajación e hipnosis) [10]. Respecto a la parálisis del sueño, salvo la asociada a narcolepsia, desaparece al cesar el evento estresante o traumático. El clonazepam (0.25-4 mg) y la melatonina (3-12 mg) a la hora de acostarse mejoran los síntomas del TCSR pero no evitan, en la forma idiopática, la conversión a una enfermedad neurodegenerativa (92).
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