¿Qué es el síndrome de piernas inquietas?
El síndrome de las piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, provoca sensaciones incómodas en las piernas, como picor, pinchazos, tirones o arrastre, que crean un impulso irrefrenable de moverlas.
Para aliviar este síndrome, los afectados suelen caminar, estirarse o sacudir las piernas. De hecho, los síntomas tienden a empeorar en periodos de inactividad, como al descansar o tumbarse, por lo que suelen dificultar el sueño.
El síndrome de las piernas inquietas afecta a entre el 5% y el 10%1 de los adultos y entre el 2% y el 4% de los menores en Estados Unidos, y es más frecuente en mujeres que en hombres. Las personas de todas las edades pueden desarrollar el SPI, pero los síntomas más graves suelen observarse en los adultos mayores2.
Síntomas del síndrome de piernas inquietas
Las sensaciones asociadas a la enfermedad de Willis-Ekbom son distintas de las que normalmente experimentan quienes no padecen este trastorno, por lo que son difíciles de caracterizar. Según la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño3, las palabras y frases que los pacientes con síndrome de piernas inquietas utilizan con más frecuencia para describir las sensaciones son:
- Nerviosismo
- Incomodidad
- Inquietud
- Necesidad de estiramiento
- Impulso de moverse
- Percepción de que las piernas quieren moverse solas
¿Cómo se diagnostica el síndrome de piernas inquietas?
El diagnóstico del síndrome de piernas inquietas es clínico, por lo que se diagnostica a través de la historia clínica del paciente. El diagnóstico se puede respaldar sobre el análisis del sueño de un paciente mediante un estudio de polisomnografía (tanto en el hospital como en casa) o, de manera indirecta, mediante un estudio con actigrafía, puesto que ambos son métodos no invasivos que permiten valorar el descanso.
Síndrome de piernas inquietas e insomnio
El deseo de mover las piernas hace que conciliar el sueño y dormir sea un reto para muchas personas con SPI. De acuerdo con un estudio, el 88 % de las personas4 que lo sufren manifestaron al menos un síntoma relacionado con el sueño. Los síntomas suelen aparecer poco después de acostarse por la noche, en cuyo caso los pacientes patalean, se retuercen o se masajean las piernas para disminuir la sensación. De hecho, algunas personas se ven obligadas a levantarse de la cama y caminar o estirarse.
A raíz de las alteraciones del sueño asociadas al síndrome de piernas nerviosas, los afectados suelen padecer fatiga y somnolencia diurna. La falta de sueño se asocia5 con:
- Depresión
- Ansiedad
- Enfermedades cardiacas
- Obesidad
La preocupación por el sueño es el motivo principal por el que los pacientes con SPI buscan atención médica para su enfermedad.
Síndrome de piernas inquietas y trastorno de movimiento periódico de miembros
La mayoría de las personas6 que padecen SPI sufren también un trastorno conocido como trastorno por movimiento periódico de los miembros. Este trastorno implica la flexión o contracción repetitiva de las extremidades mientras dormimos por la noche.
Se diferencia del SPI en que estos movimientos no van acompañados de sensaciones molestas y, como ocurren mientras el paciente duerme, no suele ser consciente de ellos. No obstante, los movimientos asociados al trastorno de movimiento periódico de miembros pueden despertar a la persona y, por ende, agravar los problemas de sueño en los pacientes que también padecen SPI.
Aunque la mayoría de las personas con la enfermedad de Willis-Ekbom sufren este trastorno, son muchas también las que no lo padecen.
¿Cuáles son las causas del síndrome de piernas inquietas?
A veces, el síndrome de piernas inquietas se asocia con otras afecciones, como enfermedad renal en fase avanzada, ferropenia, neuropatía, esclerosis múltiple o enfermedad de Parkinson.
Además, puede manifestarse de forma transitoria durante el embarazo. De hecho, alrededor del 20% de las mujeres7 desarrollan SPI durante el tercer trimestre, aunque los síntomas suelen remitir tras el parto.
Con todo, se desconoce la causa de la mayoría de los casos, si bien puede tener un componente genético. Entre el 40% y el 90% de los pacientes con esta enfermedad tienen al menos un pariente de primer grado (progenitor, hermanos o descendientes) con esta enfermedad.
Por su parte, los investigadores han identificado algunos cambios genéticos que aumentan el riesgo de padecer síndrome de piernas inquietas, pero es probable que aún queden más por descubrir.
Factores desencadenantes del síndrome de piernas inquietas
Estar sentado o descansar son desencadenantes habituales de los síntomas del SPI. Además, algunas sustancias pueden empeorar los síntomas como, por ejemplo:
- Alcohol
- Cafeína
- Nicotina
- Medicamentos, incluidos determinados fármacos utilizados para tratar náuseas, resfriados, alergias y trastornos mentales
Asimismo, la mayoría de estas sustancias, si se toman en exceso o poco antes de dormir, pueden afectar de manera negativa a las diferentes fases del sueño.
¿Cómo se trata el síndrome de piernas inquietas?
Los objetivos del tratamiento (farmacológico o no farmacológico) de la enfermedad de Willis-Ekbom son estabilizar los síntomas y mejorar la calidad del sueño.
Si crees que sufres de síndrome de piernas inquietas, debes consultar con un médico especialista en sueño para recibir un diagnóstico y tratamiento. Aunque no existe una prueba específica para el síndrome de piernas inquietas, generalmente se te pedirá que describas cómo percibes tus síntomas, cuándo tienden a ocurrir, cuánto duran, cómo de intensos son y qué los empeora o los mejora (por ejemplo, mover las piernas).
Tu médico también puede preguntarte si estos síntomas te causan dolor o interfieren con el sueño. A menudo, se suele prescribir una polisomnografía para poder descartar otros trastornos del sueño subyacentes y explorar la presencia de SPI. Además, se suelen analizar otros valores para descartar cualquier exacerbación de los síntomas como, por ejemplo, la anemia por deficiencia de hierro, una insuficiencia renal o el embarazo.